La crisis ecológica nos hace cada vez más conscientes de que el mundo, tal como lo habíamos imaginado, ya no existe. Timothy Morton sostiene esta idea en el libro El pensamiento ecológico. Según Morton, ningún ser, ya sea animado o inanimado, puede existir independientemente del entramado ecológico. Incluso la naturaleza, que la sociedad moderna había construido como una entidad distante y cosificada, alejada de la civilización.

En su libro, Morton introduce el término "Hiperobjeto", con el cual se refiere a las cosas que se distribuyen masivamente en el tiempo y el espacio en relación con los humanos. Este concepto lo amplía y describe en Hiperobjetos: filosofía y ecología después del fin del mundo.

Los hiperobjetos han tenido un impacto en el espacio humano y son directamente responsables de lo que Morton llama "el fin del mundo". Son objetos reales más allá de si alguien piensa en ellos. Por lo tanto, debemos entenderlos dentro de la filosofía de la ontología orientada a los objetos (OOO), en un sentido no antropocéntrico. Son difíciles de ver, podemos calcularlos y saber de su existencia, pero no necesariamente los percibimos. Aun así, no son construcciones mentales, sino entidades reales cuya "realidad primordial se retira de los humanos". Nos obligan a confrontarnos con algo que afecta nuestras ideas fundamentales sobre lo que significa existir, lo que es la tierra o la sociedad.

Morton sostiene que con la llegada de los hiperobjetos, los humanos hemos asumido que los objetos no humanos ya no están excluidos ni funcionan como accesorios del espacio físico y filosófico. Nuestra reacción ante los hiperobjetos toma tres formas básicas: la disolución de la noción del mundo, la imposibilidad de mantener una distancia cínica y el surgimiento de un nuevo tipo de experiencia estética que solo podemos imaginar en la nueva era de los hiperobjetos.

Hemos perdido el mundo, pero tenemos la oportunidad de inventar una nueva realidad, pensar en una nueva era forjada por las relaciones entre humanos y no humanos: la “era de la asimetría”, que Morton plantea como una etapa de superación del postmodernismo.

La “era de la asimetría” reconoce lo no humano, no solo como un objeto de conocimiento, sino como un ser en sí mismo. En esta era, humanos y no humanos se enfrentan en igualdad de condiciones, los objetos no humanos están fuera de control, completamente alejados del acceso humano, compartiendo libremente el entorno con nosotros en un nuevo contexto de relaciones.



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